lunes, 31 de marzo de 2014

Haikú 90

Tímido erizo.
El día se revela
a paso propio.
.

domingo, 30 de marzo de 2014

Haikú 89

El sol negro.
En la oscura humedad
zumban mosquitos.

sábado, 29 de marzo de 2014

Haikú 88

El deber grita,
sus garras duelen, cortan.
Subo por aire.



Haikú 87

En cielos grises 
aún veo el arcoiris.
Ensueño lento.

viernes, 28 de marzo de 2014

Haikú 86

Un día saltado.
Depresión y cansancio
como la norma.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Haikú 85

Feliz o triste.
Sentimientos confusos
y días grises.

martes, 25 de marzo de 2014

Haikú 84

Dulces, bizcochos,
platos y servilletas.
Triste velorio.

lunes, 24 de marzo de 2014

Cuando despertó

Cuando despertó el dinosaurio aún estaba allí.  Algunas mañanas lo encontraba asomado por el marco de la ventana, otros lo veía del otro lado del espejo del baño y una que otra vez lo había sorprendido en el fondo de la taza de café. Estaba acostumbrado a su ritual mañanero y lo olvidada según empezaba las actividades normales de su día.
En los pasados meses, había comenzado a ver al dinosaurio fuera de su casa. Lo encontraba esperándolo en la estación del tren, atisbándolo detrás de los edificios,  en el perfil de las montañas que se veían desde su oficina, en el mercado, disimulado entre las frutas y vegetales, y de seguro que lo vio entre las ramas del mangle mientras caminaba por el parque.  Le parecía tan normal que lo había comentado con una  guapa chica que se le sentaba al lado en el tren y con sus compañeros de trabajo en la cafetería.  Todos lo habían mirado con extrañeza y notaba como desde entonces lo evitaban.  Secretamente comenzó a desear que el dinosaurio desapareciera. 

Esta mañana abrió los ojos y se encontró rodeado de grandes árboles de helecho.  El aire se sentía pesado, húmedo y lleno de ruidos extraños.  Los volvió a cerrar apretadamente,  mientras se repetía: ‟Cuando despierte que el dinosaurio este ahí”.

Versión 2
Cuando despertó el dinosaurio aún estaba allí y supo que seguía soñando.

Haikú 83

Rey del mangle,
guerrero de la noche.
Yaboa real.

domingo, 23 de marzo de 2014

Haikú 82

Abracadabra
una palabra mística.
Mar de sueño. 

sábado, 22 de marzo de 2014

Haikú 81

Otro buen día
entre libros y logros.
Flor sin espinas.

viernes, 21 de marzo de 2014

Haikú 80

El pan me apaga
las hambres pendientes.
La sed perdura.

jueves, 20 de marzo de 2014

Haikú 79

Desde el despertar
cansancio y corre, corre.
Impermanencia.



miércoles, 19 de marzo de 2014

Haikú 78

Detrás el sol,
frente a mi la gris sombra.
Lagarto suelto.

Haikú 77

Ojos perfectos.
Con espejuelos nuevos,
otras visiones.

Haikú 76

Página blanca.
Lunes a paso lento
me reescribo.

domingo, 16 de marzo de 2014

Haikú 75

Encantamientos.
Tinta y sudor tejido
entre los cuentos.

sábado, 15 de marzo de 2014

Haikú 74

En dos semanas
logro la normalidad.
Mime inquieto.
 

viernes, 14 de marzo de 2014

Haikú 73

Ritmo perdido.
Un día y otro, son todos
indiferentes.

Tu dulce nombre

Juan Calalú no sabía cuando la señora de extraña y graciosa figura se había mudado al apartamento de al lado.  Era tan rara que nadie conocía su nombre.  Un día Juan la trajo hasta la puerta con la excusa de buscar una taza de azúcar negra. Luego de los saludos de obligación y sin darle su nombre ella le contestó:

̶ Te doy azúcar, con mucho gusto, si sabes mi nombre.

Juan Calalú se moría por el azúcar de la señora de graciosa figura, pero no sabía que contestar.  Revisó la basura por cartas descartadas y hasta veló al cartero a ver si le dejaba algo nuevo. Preguntó entre los vecinos, pero nadie sabía nada.  En el bar de la esquina, entre cervezas, encontró a un amigo que ya no vivía en el barrio y que se le acercó preguntando:

̶ ¿Pero por qué tan triste Juan Calalú?

̶ Por qué no he podido averiguar el nombre de la señora que se ha mudado al apartamento al lado mío y me muero porque me ha ofrecido un poco de azúcar si lo descubro.

El amigo lo escuchó describirla incluyendo todos los detalles de su graciosa figura y extraño comportamiento.

̶ Mira acá Juan, cuando la veas dile…   ̶ le dijo susurrándole ̶   Pero no te olvides de contarme como te va. 


 
Juan regresó a la puerta de la vecina y tocó el timbre taza en mano.  Cuando abrieron la puerta le dijo:

̶ Aquí está la taza para tu azúcar Cati Lantemué.  Ella, le sonrió pícaramente, lo aferró por el cuello de la camisa y lo entró al apartamento. 

Desde entonces nadie sabe de Juan Calalú,  pero en las noches se escucha el canto:
          
̶ Soy dulce como el melao, alegre como el tambor, llevo el rítmico tumbao… ¡Azúcar!

La blanca nieve

El joven príncipe encontró el ataúd de cristal entre la nieve, bajo la sombra del oscuro bosque.  Dentro había una joven y tentado por su hermosura abrió la caja.  Con ambas manos siguió la figura esbelta comenzando por el sedoso cabello negro que le caía por los hombros. Las corrió por los brazos delgados y esbozó las caderas que se insinuaban bajo el blanco traje.   Las  presionó sobre los muslos fuertes y las piernas firmes hasta llegar a sus pies descalzos.  Con la mano derecha acarició el contorno entre las piernas.  Posó las manos sobre los cúmulos de su pecho y le acarició la blanca piel del cuello con los labios.
 
Ella reanimada por el toque de esas manos curiosas, abrió los ojos, lo rodeó con los brazos, lo atrajo hacia ella, le acercó los labios rojos como la sangre y lo besó hasta dejarlo pálido como la nieve.  

Final feliz

El Príncipe alcanzó el zapato y vio que era muy pequeño, bonito y de oro.  Lo levantó hasta que pudo aspirar el olor del pie que lo había ocupado.  Imaginó como sería besar ese pie perfecto, suave y blanco, que nacía de un tobillo fino y caía en un talón redondeado y firme, para levantarse en un arco alto, terminando en un abanico de dedos esbeltos y uñas luminosas.   

El Príncipe fue feliz cuando el pie perfecto volvió a calzar el pequeño zapato. La Cenicienta fue feliz porque este zapato bonito y de oro era solo el primero de una gran colección.

jueves, 13 de marzo de 2014

Haikú, 72

Morfeo llama
mientras Baco seduce
el espiritú.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Haikú 71

Eliminemos
esta distancia virtual.
Toma mi mano.

martes, 11 de marzo de 2014

Haikú 70

Nunca vi el sol.
Los días encerrados,
un gran vacío.

lunes, 10 de marzo de 2014

Haikú 69

El ying y el yang.
Opuesto y complemento,
al mismo tiempo.

domingo, 9 de marzo de 2014

Haikú 68

Luna creciente,
navego las estrellas.
Recuperando.



Haikú 67

Día perdido,
sueños y desvaríos.
Crisálidada.

viernes, 7 de marzo de 2014

Haikú 66

Diario escribir.
Las capas de cebolla
se me deshojan.

jueves, 6 de marzo de 2014

Haikú 65

Triste devagar,
sin razón, es absurdo.
Descubrimiento.

Levirato

Onán trató de resistirse a la ley que dictaba que se casara con Tamar, la viuda de su hermano, muerto por desagradar a Dios.  El mismo Dios que ahora requería que  procreara hijos con Tamar, hijos que no serían llamados suyos.   
Llevado frente al rabino, no tuvo mas remedio que aceptarla como esposa.  De regreso a la tienda, mientras los invitados celebraban afuera, Onán se desnudó.  Tamar lo miró y explotó en una gran carcajada.
Señalándolo dijo:   ̶ Eres igual que tu hermano. 

Onán humillado se vistió y ante el asombro de todos los invitados, se marchó sin dar explicaciones. La próxima mañana encontraron a Onán muerto junto al pozo, igual que su hermano. Los devotos repetían que fue castigado por desagradar a Dios. Los demás conocían la verdad.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Haikú 64

Luz espectral.
Color imaginado
violeta esencial.

Haikú 63

Cosas perdidas
encontradas, respiro
tranquilamente.

lunes, 3 de marzo de 2014

Haikú 62

Se me confunden
y mezclan los dias.
Calendario ágil

domingo, 2 de marzo de 2014

Haikú 61

Sesenta días
de un reto cumplidos.
Hormigas bravas.

sábado, 1 de marzo de 2014

Haikú 60

Sábado lleno,
compras, recorte, cine.
Abeja obrera.