viernes, 14 de marzo de 2014

Final feliz

El Príncipe alcanzó el zapato y vio que era muy pequeño, bonito y de oro.  Lo levantó hasta que pudo aspirar el olor del pie que lo había ocupado.  Imaginó como sería besar ese pie perfecto, suave y blanco, que nacía de un tobillo fino y caía en un talón redondeado y firme, para levantarse en un arco alto, terminando en un abanico de dedos esbeltos y uñas luminosas.   

El Príncipe fue feliz cuando el pie perfecto volvió a calzar el pequeño zapato. La Cenicienta fue feliz porque este zapato bonito y de oro era solo el primero de una gran colección.

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