Haikú 140

Revoloteo,
duelo de mariposas.
Momento eterno.

Haikú 139

Cielo aturdido,
encancaranublado.
Sirenas cantan

Haikú 138

Erizos secos,
huellas escabullidas.
Encuentro propio.

Haikú 137

Último vuelo,

mariposa nocturna

entre olas nada.

Haikú 136

Alerta aérea,
cacareo sinfónico.
Verde celaje.

Haikú 135

Chango en la brea,
tráfico mañanero.
Conflicto vial.

Haikú 134

Soles silvestres.
Altaneras bellezas
retan miserias.

Haikú 133

Herida abierta
tronco desabrigado.
Striptís del alma.

Haikú 132

Chango marino
sobre arena caliente,
sol infiltrado.

Haikú 131

Velo de gotas
cubre el parabrisas.
Mirada seca.

Haikú 130

Suelta prenda
lagartijo dorado,
veloz corredor.

Haikú 129

Charco de lluvia,
bandada de palomas,
entre ellas sola.

Haikú 128

Tronadas, lluvia,
mal tiempo adentro y afuera.
Mañana incierto.

Haikú 127

Tímida maga.
Bajo la lluva intensa,
también sonrojo.

Haikú 126

En vela alada
la línea electrica.
El cielo abierto.

Haikú 125

Acento, comas,
reglas gramaticales.
Haikú perverso.

Haikú 124

Juego ganado,
fuegos artificiales.
Dichas sencillas.

Haikú 123

Alada fiesta,
cacareo esmeralda.
Silencio interno.

Haikú 122

Como aletea,
presumido ruiseñor.
Enamorada...

Haikú 121

Parpadeante
viraje de izquierda.
Camino recto.

Haikú 120

Trino nocturno
ruiseñor desvelado.
Despierto muda.

Haikú 119

Asoma y mira,
iguana temeraria.
Señal de ruta.

Haikú 118

Tráfico, calor,
garza blanca volando.
Respira calma.

Haikú 117

Tela de araña
vaporosa galaxia.
Vibra tensión.

Haikú 116

Entre sueños
perdidos escarba, rasga.
Pluma ligera.

Haikú 115

Ojos abiertos,
pensamiento animado.
Esencia dura.

Haikú 114

Flor fugitiva
La rama vigilante
cierra la celda.

Haikú 113

Los desencuentros
cargados de claridad.
Pichón volador.

Haikú 112

La primavera.
Rápida lagartija
coloreada.

Haikú 111

Verde parpadeo
del soñador silvestre.
Como moriviví.

Haikú 110

Sin resucitar.
El sombrero de paja
las cintas negras.

Haikú 109

Semillas negras,
pulposo anaranjado.
Saco de pecas.

Haikú 108

Cielo plomizo.
Realismo mágico,
mudo pitirre.
.

Haikú 107

Un chin de esto
mas otro chin de aquello.
Sueño picaflor.

Haikú 106

Palmeras, torres
postes, banderas, nubes.
Hormiga sola.

Haikú 105

Sobre las palmas
chillan alborotosos 
verdes alados.

Haikú 104

Inesperada
primavera amarilla.
Sol destilado.

Haikú 103

Perfuma el aire
resina del oriente.
Olor a magos.

Haikú 102

Centavos sueltos
caídos, olvidados,
nueva fortuna.

Haikú 101

Débil voluntad,
deseo en oleadas,
húmeda orilla.

Haikú 100

Compras, bomberas,
libros, autores, firmas.
Abeja social.

Haikú 99

Nebula blanca,   
cuna de estrellas nuevas.
Silente llanto.

Haikú 98

Nadando bajo,
siempre contracorriente.
Guabina fuerte.

Haikú 97

Ir y devenir,
movimiento perpetuo,
ningún progreso.

Haikú 96

Extinta como
musaraña isleña.
Ilusión vana.

Haikú 95

Otro comienzo
en un largo camino,
espora al viento.

Haikú 94

Gongolí lento,
constante, tras los pasos
encadenados.

Haikú 93

Piedras sonando,
rodando y golpeando,
cabeza loca.

Haikú 92

Barrunto sobre
las pocas esperanzas
verdes que quedan.

Haikú 91

Los trinos sobre
el pavimento negro
vuelan despiertos.

Haikú 90

Tímido erizo.
El día se revela
a paso propio.
.

Haikú 89

El sol negro.

En la oscura humedad

zumban mosquitos.

Haikú 88

El deber grita,

sus garras duelen, cortan.
Subo por aire.

Haikú 87

En cielos grises 

aún veo el arcoiris.

Ensueño lento.

Haikú 86

Un día saltado.
Depresión y cansancio
como la norma.

Haikú 85

Feliz o triste.
Sentimientos confusos
y días grises.

Haikú 84

Dulces, bizcochos,
platos y servilletas.
Triste velorio.

Cuando despertó

Cuando despertó el dinosaurio aún estaba allí.  Algunas mañanas lo encontraba asomado por el marco de la ventana, otros lo veía del otro lado del espejo del baño y una que otra vez lo había sorprendido en el fondo de la taza de café. Estaba acostumbrado a su ritual mañanero y lo olvidada según empezaba las actividades normales de su día.

En los pasados meses, había comenzado a ver al dinosaurio fuera de su casa. Lo encontraba esperándolo en la estación del tren, atisbándolo detrás de los edificios,  en el perfil de las montañas que se veían desde su oficina, en el mercado, disimulado entre las frutas y vegetales, y de seguro que lo vio entre las ramas del mangle mientras caminaba por el parque.  Le parecía tan normal que lo había comentado con una  guapa chica que se le sentaba al lado en el tren y con sus compañeros de trabajo en la cafetería.  Todos lo habían mirado con extrañeza y notaba como desde entonces lo evitaban.  Secretamente comenzó a desear que el dinosaurio desapareciera. 

Esta mañana abrió los ojos y se encontró rodeado de grandes árboles de helecho.  El aire se sentía pesado, húmedo y lleno de ruidos extraños.  Los volvió a cerrar apretadamente,  mientras se repetía: ‟Cuando despierte que el dinosaurio este ahí”.

Versión 2

Cuando despertó el dinosaurio aún estaba allí y supo que seguía soñando.

Haikú 83

Rey del mangle,
guerrero de la noche.
Yaboa real.

Haikú 82

Abracadabra
una palabra mística.
Mar de sueño. 

Haikú 81

Otro buen día
entre libros y logros.
Flor sin espinas.

Haikú 80

El pan me apaga
las hambres pendientes.
La sed perdura.

Haikú 79

Desde el despertar
cansancio y corre, corre.
Impermanencia.

Haikú 78

Detrás el sol,
frente a mi la gris sombra.
Lagarto suelto.

Haikú 77

Ojos perfectos.
Con espejuelos nuevos,
otras visiones.

Haikú 76

Página blanca.
Lunes a paso lento
me reescribo.

Haikú 75

Encantamientos.
Tinta y sudor tejido
entre los cuentos.

Haikú 74

En dos semanas
logro la normalidad.
Mime inquieto.

 

Haikú 73

Ritmo perdido.
Un día y otro, son todos
indiferentes.

Tu dulce nombre

Juan Calalú no sabía cuando la señora de extraña y graciosa figura se había mudado al apartamento de al lado.  Era tan rara que nadie conocía su nombre.  Un día Juan la trajo hasta la puerta con la excusa de buscar una taza de azúcar negra. Luego de los saludos de obligación y sin darle su nombre ella le contestó:

̶ Te doy azúcar, con mucho gusto, si sabes mi nombre.

Juan Calalú se moría por el azúcar de la señora de graciosa figura, pero no sabía que contestar.  Revisó la basura por cartas descartadas y hasta veló al cartero a ver si le dejaba algo nuevo. Preguntó entre los vecinos, pero nadie sabía nada.  En el bar de la esquina, entre cervezas, encontró a un amigo que ya no vivía en el barrio y que se le acercó preguntando:

̶ ¿Pero por qué tan triste Juan Calalú?

̶ Por qué no he podido averiguar el nombre de la señora que se ha mudado al apartamento al lado mío y me muero porque me ha ofrecido un poco de azúcar si lo descubro.

El amigo lo escuchó describirla incluyendo todos los detalles de su graciosa figura y extraño comportamiento.

̶ Mira acá Juan, cuando la veas dile…   ̶ le dijo susurrándole ̶   Pero no te olvides de contarme como te va. 

 

Juan regresó a la puerta de la vecina y tocó el timbre taza en mano.  Cuando abrieron la puerta le dijo:

̶ Aquí está la taza para tu azúcar Cati Lantemué.  Ella, le sonrió pícaramente, lo aferró por el cuello de la camisa y lo entró al apartamento. 

Desde entonces nadie sabe de Juan Calalú,  pero en las noches se escucha el canto:
          

̶ Soy dulce como el melao, alegre como el tambor, llevo el rítmico tumbao… ¡Azúcar!

La blanca nieve

El joven príncipe encontró el ataúd de cristal entre la nieve, bajo la sombra del oscuro bosque.  Dentro había una joven y tentado por su hermosura abrió la caja.  Con ambas manos siguió la figura esbelta comenzando por el sedoso cabello negro que le caía por los hombros. Las corrió por los brazos delgados y esbozó las caderas que se insinuaban bajo el blanco traje.   Las  presionó sobre los muslos fuertes y las piernas firmes hasta llegar a sus pies descalzos.  Con la mano derecha acarició el contorno entre las piernas.  Posó las manos sobre los cúmulos de su pecho y le acarició la blanca piel del cuello con los labios.

 

Ella reanimada por el toque de esas manos curiosas, abrió los ojos, lo rodeó con los brazos, lo atrajo hacia ella, le acercó los labios rojos como la sangre y lo besó hasta dejarlo pálido como la nieve.  

Final feliz

El Príncipe alcanzó el zapato y vio que era muy pequeño, bonito y de oro.  Lo levantó hasta que pudo aspirar el olor del pie que lo había ocupado.  Imaginó como sería besar ese pie perfecto, suave y blanco, que nacía de un tobillo fino y caía en un talón redondeado y firme, para levantarse en un arco alto, terminando en un abanico de dedos esbeltos y uñas luminosas.   

El Príncipe fue feliz cuando el pie perfecto volvió a calzar el pequeño zapato. La Cenicienta fue feliz porque este zapato bonito y de oro era solo el primero de una gran colección.

Haikú, 72

Morfeo llama
mientras Baco seduce
el espiritú.

Haikú 71

Eliminemos
esta distancia virtual.
Toma mi mano.

Haikú 70

Nunca vi el sol.
Los días encerrados,
un gran vacío.

Haikú 69

El ying y el yang.
Opuesto y complemento,
al mismo tiempo.

Haikú 68

Luna creciente,
navego las estrellas.
Recuperando.

Haikú 67

Día perdido,
sueños y desvaríos.
Crisálidada.

Haikú 66

Diario escribir.
Las capas de cebolla
se me deshojan.

Haikú 65

Triste devagar,
sin razón, es absurdo.
Descubrimiento.

Levirato

Onán trató de resistirse a la ley que dictaba que se casara con Tamar, la viuda de su hermano, muerto por desagradar a Dios.  El mismo Dios que ahora requería que  procreara hijos con Tamar, hijos que no serían llamados suyos.   

Llevado frente al rabino, no tuvo mas remedio que aceptarla como esposa.  De regreso a la tienda, mientras los invitados celebraban afuera, Onán se desnudó.  Tamar lo miró y explotó en una gran carcajada.

Señalándolo dijo:   ̶ Eres igual que tu hermano. 

Onán humillado se vistió y ante el asombro de todos los invitados, se marchó sin dar explicaciones. La próxima mañana encontraron a Onán muerto junto al pozo, igual que su hermano. Los devotos repetían que fue castigado por desagradar a Dios. Los demás conocían la verdad.

Haikú 64

Luz espectral.
Color imaginado
violeta esencial.

Haikú 63

Cosas perdidas
encontradas, respiro
tranquilamente.

Haikú 62

Se me confunden
y mezclan los dias.
Calendario ágil

Haikú 61

Sesenta días
de un reto cumplidos.
Hormigas bravas.

Haikú 60

Sábado lleno,
compras, recorte, cine.
Abeja obrera.

Haikú 59

Encuentro peso
que había perdido.
Fin de fiesta.

Haikú 58

Siete colores
vistió en la mañana.
Feliz fantasma.

Haikú 57

En observación
continua nos tenemos.
Juego inocente?

Haikú 56

Hoy casi falta
el haikú que aquí escribo.
Memoria falsa.

Haikú 55

Achaques, quejas,
salud que se me esconde.
Onda de choque.

Haikú 54

Despertar de humo,
atardecer en alcohol.
Incertidumbres...

Haikú 53

Mocos, cansancio,
el alivio escondido.
Aguas oscuras.

Haikú 52

Lágrimas. caen
caliente sobre frío.
Era atómica

Haikú 51

Rabia profunda.
Aleteo de blancas
palomas calman.

Haikú 50

Quedo inmóvil,
linea en la arena.
Desesperación.

Haikú 49

Humo, cenizas
oscuridad, desorden.
Fantasmas negros.

Haikú 48

Mil obsesiones
ocupan todo tiempo.
Memoria frágil.

Haikú 47

Hambre constante.
La mariquita alada,
siempre persigue.

Haikú 46

La libélula
que consume los días.
Ilusión óptica.

Haiku 45

Horno dañado,
horno reemplazado.
Rojo comienzo.

Las sandalias rojas

Desde muy joven pasaba largas horas frente a los vidrieras llenas de elegantes zapatos.  Durante los años había admirado botas con flecos, plataformas de punteras abiertas, seductores estiletos y miles de sandalias con tacones altos de todos los colores, pero sus zapatos favoritos siempre eran los audaces  rojos.  Resentía los zapatos sobrios, oscuros y amarrados con cabetes que su mamá le había comprado desde que empezó a caminar y que ahora todos esperaban que usara.

Hoy de camino a la iglesia, había espiado unas coquetas sandalias rojas, de fino tacón alto. Comenzaban en la puntera con esbeltas trabillas que acariciaban el pie contra la horma y subían hasta ceñir el tobillo con suaves y largas bandas aterciopeladas que terminaban en borlas que cosquilleaban el pie.

 

En medio del calor de la tarde cierra los ojos y se imagina calzando las seductoras sandalias rojas, mientras baila en un gran salón, dando vueltas bajo la luz de un gran foco perseguidor. Se desliza sobre sus sandalias rojas hasta el centro del salón, con la cara iluminada y los brazos extendidos, comienza a girar en un trance místico hasta quedar sin aire.  Sobresaltado, abre los ojos y siente su cara iluminada por la brillante espada del arcángel Miguel que lo increpa desde el rosetón de la entrada principal.  Baja la cabeza en sumisión, y se mira los zapatos sobrios, oscuros  y amarrados con cabetes que lleva bajo la sotana.

Haiku 44

Triste alegre,
sentimientos  confusos.
Normal en todo.

Calle abajo vienen

Calle abajo viene Carlos contando el cuento
del caricortado que contaba este cuento.
Calle abajo viene el caricortado contando el cuento
de Carlos que contaba este cuento.

Haiku 43

Retos  y logros
llenan las cortas horas.
Cuento mil faltas.

Haiku 42

Gota de agua
Sobre una hoja verde.
Descubrimiento.

Haiku 41

Vertiginosa
Explosion entre plumas.
Final de juicio

Historia sin fin

En un colorido globo sobre la sabana africana
un niño se imaginó un gran explorador
en una historia que comenzaba:
En un colorido globo sobre la sabana africana ..

Haiku 40

Vacío enorme
donde todo era sólido.
Caída libre.

Haiku 39

Jurel de plata
Salta sobre el mar azul.
Corazón calma.

Haiku 38

Sirio celeste
Túnel al infinito.
Paso seguro.

Haiku 37

Del cielo caen
Gotas frias, mojadas.
El sol caliente.

Haiku 36

Nubes jugando
Sobre el azul fondo.
Mar espumado.

Haiku 35

Té humeante
Perfuma las palabras.
Metamorfosis

Haiku 34

La intención
Ser feliz, nada mas.
Meta vivida.

Haiku 33

Triste noticia.
El grillo maromero
Quieto, quieto...

Haiku 32

Pasan las sombras
Espíritu tatuado.
Mapa del tiempo

Haiku 31

Recorre la piel
un calado de sombras.
Auras en vuelo.

Haiku 30

Futuro abierto,
Cielo gris desalmado.
Escalofríos

Haiku 29

Las sillas llenas.
Algunos son felices,
Otros no son.

Haiku 28

Nunca constantes,
Se repiten eternas.
Juego de estrellas.

Haiku 27

Día tras día
parece siempre igual.
La rosca gira.

Haikú 26

Se contorsiona,
Y desenrrosca el cuerpo.
La tierra tiembla

Haiku 25

Ulula el dios,
Las estrellas asoman.
El día duerme.

Haiku 24

Néctar artesanal,
Un sorbito fugaz.
Nota celestial.

Haiku 23

El viejo cuento.
Soplada por el viento
La hoja cae.

Haiku 22

La espalda duele,
La mente se confunde.
La oruga muta.

Haiku 21

Cuento celeste.
Sobre el camino
Un arcoiris se pinta.

Haiku 20

En mi ciudad
Pastan los unicornios.
Vemos caballos.

Haiku 19

Tejo y destejo,
Enredo y desenrredo.
Pierdo el hilo.

Haiku 18

Desfila como
Princesa de carnaval,
Iguana vana.

Haiku 17

Vuela y revuela,
El mime molestoso.
Conciencia cruel.

Haiku 16

Esfuerzo fatuo,
Con frustración continua.
Modus vivendi.

Haiku 15

Al verlo pasar,
Se escucha el ruiseñor.
Solemne réquiem.

Haiku 14

Tiento muy lento,
Buscando lo perdido.
Vibra el reflejo.

Haiku 13

Fácil olvido,
Memoria inexacta.
Vida feliz.

Haiku 12

Mi sombra y yo,
Jugamos a esconder.
Sombra tramposa.

Haiku 11

Despierto, nada.
El día pasa, acaba.
Vuelvo del sueño. 

Haiku 10

Día corriente,
Sin sueños, sin esmero.
Otro mañana.

Haiku 9

Amarillo guineo,
Con cáscara pelada,
Hambre saciada.

Haiku 8

Voraz coraje
Me sale por la boca.
Aspiro calma.

Haiku 7

Bostezo al aire,
El cansancio de plomo.
Un café, urgente.

Haiku 6

Fin de semana,
Fugaz y breve tiempo.
Largo regreso.

Haiku 5

Hoy no se pudo.
Ayer tampoco pude.
La eternidad no sobra.

Haiku 4

Agil pirata
Esgrimista rayada
Picado quedo

Haiku 3

Doblo y desdoblo
Las diez y siete sílabas.
Salta el haiku

Haiku 2

Por el tablado
Nuestra casita mágica
Llega hasta el cielo

Haiku 1

El sol levanta,
La flor abre y mira.
El fin comienza